La resiliencia

Para que una vivencia desencadene una respuesta de estrés que pueda derivar en situación traumática dependerá de la evaluación de las capacidades y recursos que tengamos para hacerla frente y la naturaleza de la propia adversidad.

Elie Ayurugali

8/7/20245 min read

Somos resilientes
Somos resilientes

Introducción

La vida, en su esencia más pura, es un viaje lleno de desafíos inevitables que constantemente nos recuerdan nuestra condición de seres frágiles y finitos. Los momentos de dificultad, trauma y angustia son inherentes a la experiencia humana, y aunque a menudo resultan dolorosos, también son fundamentales para nuestro desarrollo personal y emocional. Estas experiencias nos obligan a confrontar nuestra vulnerabilidad, pero también nos ofrecen oportunidades valiosas para aprender y crecer. Estos desafíos nos recuerdan constantemente que somos seres finitos y que vivir implica caminar en la fragilidad. Cada experiencia que acumulamos a lo largo de nuestra existencia nos enseña lecciones valiosas y nos ayuda a crecer como individuos, como seres resilientes. Pero, ¿cómo entendemos el concepto "resiliencia"?

La resiliencia es un concepto complejo y multifacético que ha sido estudiado por diversos teóricos, cada uno aportando perspectivas únicas sobre cómo las personas pueden superar las adversidades. Desde el análisis social de Manciaux, pasando por el enfoque neurobiológico de Cyrulnik, hasta el énfasis comunitario de Ortega González y Mijares Llamoza, cada contribución enriquece nuestra comprensión de este fascinante fenómeno. Comprender la resiliencia no solo nos ayuda a apoyar mejor a quienes enfrentan dificultades, sino que también nos informa sobre cómo construir sociedades más fuertes y resilientes.

Dos enfoques

Desde la perspectiva norteamericana, la resiliencia se entiende como un proceso de afrontamiento. Es la capacidad que permite a las personas mantenerse intactas a pesar de enfrentar situaciones adversas. Este enfoque enfatiza la importancia de mantener la estabilidad emocional y psicológica durante los períodos de turbulencia vital.

En este contexto, la resiliencia a menudo se asocia con la capacidad de adaptación. Las personas resilientes utilizan una variedad de estrategias de afrontamiento para enfrentar el estrés y las dificultades. Estas estrategias pueden incluir desde el apoyo social hasta técnicas de auto-cuidado y manejo del estrés

Por otro lado, el enfoque francés sobre la resiliencia pone el énfasis en la capacidad de iniciar un nuevo desarrollo vital después de un acontecimiento traumático. La resiliencia, según este enfoque, no es solo una cuestión de mantener la homeostasis emocional, sino de evolucionar y desarrollarse a partir de la experiencia traumática. Boris Cyrulnik [(132) Versión Completa Resiliencia el dolor es inevitable el sufrimiento es opcional Boris Cyrulnik – YouTube] considerado como uno de los teóricos del término «resiliencia» lo explica de la siguiente forma: «on est hébété par un traumatisme, qu’est-ce qu’on fait? Si on ne fait rien, on reste hébété. Et si on se débat pour se remettre en vie, c’est le processus de résilience. La résilience, c’est reprendre un autre type de développement après une agonie psychologique». Mientras la resiliencia consiste en retomar un nuevo desarrollo después de una agonía psíquica, la recuperación implica un retorno gradual hacia la normalidad funcional.

Hablar de un crecimiento después de una experiencia traumática puede ser una visión inaceptable y obscena para muchas personas porque lo deseable es prevenir este tipo de situación para que no se produzca el daño psíquico o social. Lamentablemente, el ser humano se enfrenta continuamente a desgracias, a situaciones anormales que pretenden bloquearle el paso. Los relatos autobiográficos y las trayectorias vitales confirman la aparición de, al menos, un suceso traumático, que haya necesitado ser encajada para no impedir que la persona siga desenvolviéndose con eficacia en su entorno. Por tanto, es innegable la existencia del trauma (el suceso dañino) y del traumatismo (la representación del trauma).

Para emprender un nuevo tipo de desarrollo después de una agonía psicológica es necesario encontrarse en un nicho seguro que desencadene un gran número de procesos de resiliencia. Boris Cyrulnik explica que la muerte de la madre, la depresión materna sea cual sea su origen, su propia historia, un trauma no resuelto, una familia disfuncional, la violencia conyugal, la precariedad social, una guerra o el colapso cultural son distintas fuentes que contribuyen al establecimiento de un nicho pobre en torno al niño. Si queremos activar la resiliencia, será necesario disponer de un nicho seguro que acelere la sanación y provoque un nuevo desarrollo vital.

La literatura especializada en este ámbito señala algunos pilares de la resiliencia como la autoestima consistente, la introspección (preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta), la independencia, la capacidad de relacionarse, la iniciativa, el humor, la creatividad, la moralidad y la capacidad de pensamiento crítico. De ahí que una personalidad resistente se caracterice por la seguridad en uno mismo, seguridad en la propia capacidad de afrontamiento, el apoyo social, el tener un propósito significativo en la vida y la creencia de que uno puede influir en lo que sucede a su alrededor y creer que se puede aprender de las experiencias positivas y negativas.

En conjunto, estos pilares forman la base de la resiliencia, capacitando a las personas no solo para resistir adversidades, sino también para emerger de ellas fortalecidas y mejor preparadas para futuros desafíos. Por eso la resiliencia es fruto de la interacción entre el individuo y su entorno. El punto de partida es ralentizar la cotidianidad, evitando cualquier fuente de ansiedad. Esta situación favorece la creatividad, la generación de nuevos estímulos sanadores y el fortalecimiento de la persona.

Conclusiones

En primer lugar, debemos aclarar que no toda persona que haya sido expuesta a una situación traumática desarrolla necesariamente un trastorno de estrés postraumático u otras patologías (insomnios, tránsito intestinal desequilibrado, pesadillas o recuerdos intrusivos). Es fundamental entender que las experiencias traumáticas afectan a cada individuo de manera diferente, y la severidad de la respuesta puede variar significativamente.

La capacidad de una persona para manejar y recuperarse de un evento traumático depende de varios factores, incluidos la resiliencia personal, el entorno de apoyo, y experiencias previas. Algunas personas pueden efectivamente procesar y superar el trauma sin desarrollar patologías como el insomnio, desequilibrio en el tránsito intestinal, pesadillas, o recuerdos intrusivos.

En segundo lugar, para que una vivencia desencadene una respuesta de estrés que pueda derivar en situación traumática dependerá de la evaluación de las capacidades y recursos que tengamos para hacerla frente y la naturaleza de la propia adversidad. La sensación de control, la capacidad de predecir los acontecimientos, la percepción de que las cosas mejoran, la presencia de salidas a la frustración o la existencia de redes de apoyo sociales entre otros pueden reducir el impacto del estrés en nuestro bienestar (retrieve (comillas.edu)).

En tercer lugar, debemos insistir en que la resiliencia es una realidad confirmada por muchas trayectorias existenciales e historias de vidas exitosas. Conocemos niños, adolescentes, familias y comunidades que «encajan» shocks, pruebas y rupturas, y las superan y siguen desenvolviéndose y viviendo -a menudo a un nivel superior- como si el trauma sufrido y asumido hubiera desarrollado en ellos, a veces revelado incluso, recursos latentes y aun insospechados (Michel Manciaux: La resiliencia: ¿mito o realidad?).

En conclusión, la resiliencia, como confirmamos a través de numerosas trayectorias vitales y testimonios, es una realidad que permite a individuos, familias y comunidades no solo enfrentar adversidades, sino también desarrollarse y prosperar. A través de la superación del trauma, muchas veces se descubren recursos y capacidades que quizá permanecían latentes, demostrando que la resiliencia es una habilidad fundamental para la vida.

La resiliencia no trata solo de volvernos al estado anterior al trauma, sino de alcanzar un estado de mejora y crecimiento personal. Aquellos que han experimentado adversidades a menudo reportan niveles más altos de autoconocimiento, empatía y habilidades para la resolución de problemas. Estos son ejemplos que refuerzan la idea de que, para muchas personas, la resiliencia es una realidad palpable y no solo un concepto teórico.