Discurso de odio
El odio digital no es solo ruido: puede herir, dividir y encender violencia. Si lo detectas, responde con conciencia, valentía y respeto por la dignidad humana.
11/9/202510 min read
El 18 de junio de 2025, durante la inauguración de la Semana contra el Discurso de Odio en Estrasburgo, el secretario general del Consejo de Europa, Alain Berset, advirtió que “una de las amenazas más urgentes a las que nos enfrentamos actualmente es la producción masiva de odio, amplificada en la era digital”. Añadió que “el odio no solo se está extendiendo, también se está monetizando, convirtiendo en arma y optimizando”.
En esta entrada vamos a sintetizar la literatura especializada en torno al discurso de odio. Hablamos de insultos directos hasta insinuaciones, estereotipos o desinformación que refuerzan prejuicios. Te recomiendo el artículo de Rodríguez Ramos (2023): Discurso de odio, delitos de odio y la agravante de discriminación (PDF). Disponible en: [3.RodriguezRamos_Discurso-de-odio-delitos-de-odio-y-la-agravante-de-discriminacion.pdf].
Definición
La literatura especializada coincide en señalar que no existe una definición universalmente aceptada del “discurso de odio”. Su interpretación varía significativamente entre Estados, lo que complica aún más su tratamiento sociojurídico.
Según las Naciones Unidas, en el lenguaje común, el término "discurso de odio" alude a expresiones ofensivas dirigidas a individuos o grupos, basadas en características inherentes como la raza, la religión o el género, y que pueden amenazar la cohesión social y la paz pública.
En el ámbito jurídico y en las recomendaciones internacionales —como las del Consejo de Europa— el “discurso de odio” se entiende como toda forma de expresión que propague, incite, promueva o justifique el odio fundado en la intolerancia hacia determinados colectivos. Esta concepción excluye de la protección de la libertad de expresión aquellos contenidos que incitan directamente a la violencia o la discriminación, tal como lo establecen el Tribunal Constitucional español y la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia.
En España, el artículo 510 del Código Penal español establece penas de prisión de uno a cuatro años y multas de seis a doce meses para quienes incurran en delitos de odio. En concreto, sanciona a quienes, de forma pública, fomenten, promuevan o inciten —ya sea directa o indirectamente— al odio, la hostilidad, la discriminación o la violencia contra personas o grupos por motivos relacionados con su raza, ideología, religión, creencias, situación familiar, origen nacional, etnia, sexo, orientación o identidad sexual, género, enfermedad o discapacidad.
Asimismo, la ley penaliza la producción, distribución o difusión de materiales —en cualquier formato— que, por su contenido, sean aptos para incitar a estas formas de odio o discriminación. Esta disposición busca proteger la dignidad de las personas y garantizar la convivencia democrática, estableciendo límites claros a la libertad de expresión cuando esta se utiliza como vehículo para la intolerancia.
Tipología
Según el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE) en su Informe Anual de Monitorización del Discurso de Odio en Redes Sociales 2024, a lo largo de 2024 se registraron 2.870 contenidos de odio en plataformas digitales, de los cuales solo el 35% fue retirado tras ser reportado. El episodio prototípico más frecuente fue el de inseguridad ciudadana, presente en el 34% de los casos analizados. En cuanto a la naturaleza de los mensajes, predominó el contenido que deshumaniza o degrada gravemente a las personas destinatarias (39%), seguido por aquellos que incitan directamente a la violencia (29%).
Proliferación del contenido de odio en línea
La proliferación del discurso de odio en línea ha ido de la mano del auge de la desinformación, que se difunde con facilidad a través de herramientas digitales cada vez más accesibles. Esta combinación representa un desafío urgente para la convivencia democrática y la protección de los derechos humanos.
Comprender en qué consiste esta narrativa de odio y ejercer control sobre ella en las distintas comunidades y plataformas digitales es esencial para generar respuestas efectivas. Sin embargo, los esfuerzos se ven obstaculizados por la magnitud del fenómeno, las limitaciones tecnológicas de los sistemas automatizados de supervisión y la opacidad de las empresas que operan en el entorno digital.
A diferencia de los medios tradicionales, el discurso de odio en línea puede producirse y circular de forma rápida, económica y anónima, alcanzando audiencias globales en tiempo real. Además, su relativa permanencia en la red permite que resurja y recupere popularidad con el paso del tiempo, amplificando su impacto y dificultando su erradicación.
¿Qué caracteriza al discurso de odio?
Según las Naciones Unidas, el discurso de odio se distingue por tres elementos fundamentales:
Forma de expresión: Puede manifestarse a través de cualquier medio —palabras, imágenes, caricaturas, memes, objetos, gestos o símbolos— y difundirse tanto en entornos digitales como presenciales.
Contenido discriminatorio o peyorativo: Se trata de expresiones que reflejan intolerancia, prejuicio o desprecio hacia una persona o grupo, alimentando estigmas y exclusiones.
Referencia a factores de identidad: Apunta a características reales o percibidas de individuos o colectivos, como la religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género, idioma, origen económico o social, discapacidad, estado de salud u orientación sexual, entre otras.
Estas características permiten identificar el discurso de odio como una amenaza directa a la dignidad humana y a la convivencia plural, especialmente cuando se normaliza o amplifica en espacios públicos y digitales.
La mayoría de los discursos de odio detectados en España presentan varios elementos recurrentes. En primer lugar, el grupo diana suele estar compuesto por personas del norte de África, musulmanas y afrodescendientes. En segundo lugar, el tipo de discurso se caracteriza por una deshumanización grave y una agresividad explícita. Estos mensajes suelen estar vinculados a eventos relacionados con la inseguridad ciudadana, reforzando estereotipos y percepciones negativas. Finalmente, se observa una constante difusión de información falsa, incluyendo bulos y noticias manipuladas, que amplifican el impacto del discurso de odio y dificultan su contención.
Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio
El Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio se celebra cada 18 de junio, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en junio de 2021. Su objetivo es fomentar el diálogo intercultural, la tolerancia y el respeto, y movilizar a gobiernos, instituciones y ciudadanía frente a las narrativas que promueven la discriminación, la hostilidad y la violencia.
Este día invita a reflexionar sobre el impacto del discurso de odio en nuestras sociedades y a impulsar acciones concretas para prevenirlo, detectarlo y enfrentarlo, tanto en espacios físicos como digitales.
¿Cuál es la diferencia entre discursos de odio y delitos de odio?
Los discursos de odio y los delitos de odio no son sinónimos en el ámbito jurídico.
Delito de odio: constituye delito cualquier infracción penal contra las personas o las propiedades, donde la víctima o el objetivo de la infracción se elige por su real o percibida conexión, apoyo o pertenencia a un grupo que se basa en una característica común de sus miembros, como su raza, el origen nacional o étnico, idioma, color, religión, sexo, edad, discapacidad intelectual o física, orientación sexual u otro factor similar.
Discurso de odio: propaganda y difusión que puede no llegar a constituir un delito si no sobrepasa los límites de la libertad de expresión del derecho internacional.
Temáticas del discurso de odio en España
Según el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (Oberaxe), que monitorea el discurso de odio en redes sociales como TikTok, Instagram, YouTube, Facebook y X, los contenidos reportados en los últimos meses revelan patrones preocupantes.
La mayoría de estos discursos se dirigen contra personas del norte de África, presentes en casi tres de cada cuatro publicaciones identificadas. También se observa un repunte significativo de expresiones islamófobas durante el Ramadán, que alimentan la desconfianza hacia el islam y sus practicantes. Otros colectivos frecuentemente atacados incluyen personas musulmanas, afrodescendientes, de origen latinoamericano y menores extranjeros.
Además, son blanco habitual de contenidos de odio la comunidad gitana, judía, asiática, personas migrantes y refugiadas, el colectivo LGTBIQ+ y personas con discapacidad. Según el Informe anual de 2023, el 3,7% del discurso de odio registrado se dirige específicamente contra las mujeres, evidenciando la persistencia de la misoginia en el entorno digital.
Principales formas del discurso de odio
El Gobierno Español está convencido de que los discursos de odio amenazan la convivencia y erosionan los valores democráticos. Aprender a detectarlos, frenarlos y evitar su propagación es clave para construir una sociedad inclusiva, plural y respetuosa con la diversidad. Aprovechando el Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio, publicó el día 18 de junio 2025 una entrada en su página web titulada “¿Qué son los discursos de odio y cómo podemos combatirlos?”.
Según el Gobierno Español, el discurso de odio adopta múltiples formas, todas ellas dirigidas a deshumanizar, excluir o violentar a personas o colectivos por sus características identitarias. Entre las más frecuentes se encuentran:
Racismo: Creencia en la superioridad de un grupo étnico sobre otros, que deriva en discriminación o persecución.
Xenofobia: Rechazo o temor hacia lo extranjero o hacia quienes son percibidos como ajenos al grupo nacional.
Islamofobia: Aversión hacia el islam, sus símbolos, sus prácticas o las personas musulmanas.
Antisemitismo: Prejuicio u odio dirigido contra el pueblo judío.
LGTBIfobia: Rechazo hacia personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero, transexuales e intersexuales, visibilizando las múltiples identidades afectadas.
Sexismo: Discriminación basada en el sexo, que perpetúa desigualdades y estereotipos de género.
Antigitanismo: Racismo específico contra el pueblo gitano, históricamente marginado.
Aporofobia: Fobia o desprecio hacia personas pobres o en situación de vulnerabilidad.
Discriminación por discapacidad: Actitudes o prácticas que excluyen o degradan a personas con discapacidades físicas, sensoriales o cognitivas.
Edadismo: Discriminación por edad, que puede afectar tanto a personas mayores como jóvenes.
Discriminación religiosa: Rechazo o hostilidad hacia personas por sus creencias, prácticas o afiliaciones religiosas.
Estas manifestaciones del odio no solo vulneran derechos fundamentales, sino que erosionan la cohesión social y perpetúan sistemas de exclusión. Identificarlas es el primer paso para construir narrativas que defiendan la dignidad y la diversidad.
¿Cuál es la pirámide del odio?
La pirámide del odio es una herramienta conceptual que ilustra cómo las expresiones cotidianas de intolerancia pueden escalar, si no se detienen a tiempo, hacia formas extremas de violencia, incluido el genocidio. Validada por múltiples organismos internacionales, esta pirámide nos recuerda que el odio rara vez comienza con actos atroces, sino con gestos aparentemente inofensivos que, al acumularse y normalizarse, abren el camino a la deshumanización y la violencia sistemática.
Sus niveles, de la base a la cúspide, son:
Estereotipos y prejuicios: Comentarios ofensivos, lenguaje no inclusivo, bromas hirientes, miedo a lo diferente.
Cosificación: Actitudes que dividen entre “nosotros/as” y “ellos/as”, alejamiento, deshumanización y actos de sesgo.
Discursos de odio: Acoso, insultos, ridiculización, apodos despectivos, microagresiones, difamación y desinformación.
Discriminación: Exclusión y trato desigual en ámbitos como el trabajo, la educación, la vivienda o la política. Aislamiento, explotación y segregación.
Violencias físicas: Agresiones, vandalismo, profanación, terrorismo, violación y asesinato.
Genocidio: Exterminio deliberado de un grupo humano por su origen o identidad.
Comprender esta escalada es clave para actuar a tiempo. Cada nivel que se tolera sin respuesta fortalece el siguiente. Por eso, prevenir el odio comienza en lo cotidiano: en las palabras que elegimos, en los silencios que rompemos, en las diferencias que decidimos abrazar. La responsabilidad en esta materia es individual.
Consecuencias del discurso de odio
El discurso de odio tiene efectos profundos y devastadores tanto a nivel individual como colectivo. En el plano personal, puede provocar daños psicológicos, exclusión social y, en casos extremos, violencia física. Las víctimas no sólo sufren el impacto directo de las palabras, sino también el estigma y el miedo que estas generan.
A nivel social, el discurso de odio alimenta la polarización, debilita la cohesión comunitaria y erosiona los valores compartidos que sostienen la convivencia democrática. Su presencia constante deteriora el respeto por los derechos humanos, obstaculiza el desarrollo sostenible y amenaza la paz social.
Además, cuando no se enfrenta a tiempo, puede escalar en episodios de violencia colectiva, vandalismo e incluso genocidio. La historia ha demostrado que las palabras que deshumanizan pueden abrir el camino a actos que destruyen.
¿Qué puede hacer la sociedad para frenar la escalada hacia la violencia?
Prevenir la violencia implica actuar desde lo cotidiano y lo estructural, con compromiso colectivo y visión transformadora. Entre las buenas prácticas destacan:
Educación y sensibilización
Acercarse sin prejuicios a otras realidades, valorando la riqueza de la diversidad cultural. Escuchar con empatía, abrirse al diálogo y conocer otras perspectivas nos permite romper estereotipos, fomentar la convivencia y promover el bienestar social.Alfabetización mediática: Aprender a identificar noticias falsas y desinformación es clave para frenar la propagación de discursos de odio y fortalecer el pensamiento crítico.
Contranarrativas: Difundir información veraz, basada en hechos, testimonios reales y datos contrastados, ayuda a desmontar prejuicios y construir relatos que defienden la dignidad humana.
Marco legal e institucional: España penaliza los delitos de odio conforme a la Convención Internacional contra la Discriminación Racial (ICERD, 1965) y el Código Penal. La cooperación institucional es esencial para combatir el racismo, la xenofobia, la homofobia y otras formas de discriminación, así como para garantizar servicios de apoyo como la línea 028 (contra la LGTBIfobia) y la línea 021 (contra el racismo).
Colaboración multisectorial: La ONU recomienda una acción coordinada entre gobiernos, entidades sociales, centros educativos, plataformas digitales y ciudadanía..
¿Qué puedo hacer yo como individuo ante un discurso de odio?
Si detectas un discurso de odio en redes sociales, foros o chats —y consideras que puede constituir un delito o incitar a la violencia— es fundamental actuar con responsabilidad y cuidado. Aquí te comparto algunas pautas clave:
Frena su difusión: No participes en la “tormenta de mierda” (shitstorm). Evita compartir contenidos que alimenten el odio. No contribuyas a la propagación de mensajes racistas, homófobos, antisemitas, islamófobos, machistas o que inciten a la discriminación o violencia por motivos de origen o identidad.
Evita la confrontación directa: Aunque puede ser tentador responder, enfrentarse directamente al emisor del discurso de odio puede escalar el conflicto o ponerte en riesgo. En su lugar, desafía estas narrativas desde una comunicación no violenta, basada en datos, hechos y empatía. La Guía de buenas prácticas para la denuncia de delitos de odio, del Ministerio del Interior, recomienda no interactuar con el contenido potencialmente delictivo, sino centrarse en documentarlo y reportarlo.
Recoge pruebas: Guarda toda la evidencia posible: Capturas de pantalla con el contenido, la fecha y el autor. En grupos de WhatsApp, Telegram o Signal, asegúrate de que aparezcan nombres o números identificables. En redes sociales, copia el enlace directo a la publicación o perfil.
Notifica a la plataforma: Casi todas las redes sociales permiten reportar contenido que incita al odio. Facebook, Instagram, X (antes Twitter) y YouTube tienen opciones específicas para denunciar “discurso de odio” o “contenido ilegal”. WhatsApp permite reportar usuarios o grupos. Estas acciones ayudan a frenar su difusión.
Denúncialo a las autoridades: En España, puedes acudir a: Oficina Nacional de Lucha contra los Delitos de Odio. Policía Nacional: Teléfono 091. Guardia Civil: Teléfono 062. También puedes consultar recursos oficiales y líneas de ayuda como la 028 (contra la LGTBIfobia) o la 021 (contra el racismo y la xenofobia).
Conclusiones
El discurso de odio —del inglés hate speech— constituye una acción comunicativa orientada a promover y reforzar opiniones prejuiciosas, erróneas, estigmatizantes y destructivas contra grupos históricamente discriminados o perseguidos. Estas expresiones se fundamentan en motivos raciales, étnicos, religiosos, de origen nacional, orientación sexual, identidad de género, discapacidad, entre otros factores de identidad.
Su propagación responde a una intención maliciosa: incitar al receptor a participar en la humillación, exclusión o violencia contra dichos grupos. Cuando no se enfrenta a tiempo, este tipo de discurso puede escalar desde la marginalización simbólica hasta la agresión física, e incluso derivar en crímenes de odio o genocidio.
Reconocerlo, nombrarlo y frenarlo es una responsabilidad colectiva. Defender la dignidad humana exige construir narrativas que abracen la diversidad, promuevan el respeto y fortalezcan la convivencia.
